¡Arcángel san Miguel, ayúdanos en la lucha contra el mal!
En estas sencillas palabras, quisiera poner alma, vida y corazón para que nuestras vidas se llenen de Dios y hagan posible el árbol puro del Amor eterno.
Cierra los ojos y verás, haz silencio y escucharás, así comenzaban unas reflexiones en días de oración y de retiro conventual, centrados en todo momento en la importancia de nuestra vida contemplativa, del silencio, la oración y la vida fraterna.
La Iglesia necesita de nuestra oración y cuenta con nuestra oración. Nuestra acción no se ve pero es imprescindible para que la Iglesia fructifique en buenos frutos, se nos decía en la reflexión.
Hemos venido a la vida consagrada para ser referentes de los bienes celestiales y sólo cuando vivamos nuestra consagración en santidad seremos brújula de Dios y así como la brújula siempre apunta al norte, así nosotras, si estamos llenas de Dios, siempre estaremos apuntando hacia Dios.
¿Quién como Dios? Es el grito del arcángel san Miguel, patrono de nuestra Orden, enseña de humildad y sumisión a Dios. Precisamos de mucha experiencia de Dios para vivir esta vocación de humildad, que nos señala san Francisco de Paula, nuestro fundador, en nuestra vocación mínima, debemos sumergir nuestra vida en Dios para que cada hermana lo descubra, porque cuando uno está lleno de Dios lo emite, se le nota, y esto, contagia a los demás.
Queridos hermanos, vamos a esforzarnos por vivir cada uno nuestra vocación, pongamos alma, vida y corazón en todo lo que hagamos, sobre todo en lo que respecta al bien de los demás, y para que a otros les llegue la fuerza de Dios.
Como monjas contemplativas, sabemos que a toda la Iglesia, a todo el mundo alcanza el pregón de nuestra vida sumergida en Dios. En el día a día, nos toca ayudarnos a traslucir esta gracia de Dios en nuestras vidas, como hermanas unidas en fervor de caridad, sólo así podremos hacernos eco del grito de san Miguel, si estamos convencidas de que sólo Dios basta y sólo Dios es, y sólo en Dios vivimos, nos movemos y existimos, como dice la Palabra, podremos, con la gracia de Dios, arrancar de los demás, el grito de MIRAD CÓMO SE AMAN.
Oremos con todas nuestras fuerzas para que nuestro mundo descubra a Dios y se cumpla la Palabra: “Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor de Yahveh” (Proverbios 8,35)
Que san Miguel arcángel nos guíe en esta lucha contra las fuerzas del mal y nos empapemos de la gracia de Dios que así nos mueve el corazón para bien de la iglesia y salvación de las almas.
Preparado por Monjas Mínimas de Daimiel
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