CORPUS CHRISTI
El que come este PAN, vivirá para SIEMPRE
Los que vivimos una misma fe y por tanto caminamos EN COMUNIÓN, tenemos una ventaja, somos tan UNO, es tal la sintonía de nuestros corazones, que brota casi espontáneo compartir lo que tanto nos llena el alma: la vivencia del Amor de Cristo.
Un amor crucificado, entregado, RESUCITADO y REPARTIDO EN COMUNIÓN, que camina a nuestro lado y es su Presencia, Luz y Plenitud. En Dios, el Amor es FUSIÓN TOTAL. En la Eucaristía, Jesús se nos da en comunión como prenda de la unión final, es el símbolo de una fusión y en Él tenemos acceso al Padre. Es el fin de todo, pero sólo el inicio de la eternidad: “El que come este Pan vivirá para siempre”
Cuando llegan los ratos de adoración ante el Santísimo, ¡cómo se hacen presentes ante SU PRESENCIA, los hermanos! Claro, para mí casi es más fácil porque mi oficio no es otro sino estar con Él, para que MUCHOS reciban la dicha que a mí me embarga y sean colmados de su LUZ. Y allí, de rodillas, ¡cómo brota de lo profundo del alma aquello del Cantar!:
"Me has robado el corazón, hermana y esposa mía, me has robado el corazón".
Este deseo no se queda en mí, sale hacia fuera, porque es un deseo que quisiera se expandiera en todos los corazones. Dios llena la vida entera de manera tal, que no se puede expresar, aunque sí, traslucir.
El Señor está Presente en aquellos que le buscan con sincero corazón, no cabe duda. Nos toca sencillamente descubrir su deseo y entregarnos a Él. Este deseo que experimenta el alma creyente, es un don de Dios.
¡Vivir para Él, entregarnos a Él, gastarnos por Él! ¡ESTA ES LA VIDA CRISTIANA! Y el PAN de COMUNIÓN, que Cristo nos regala con su entrega hecha Eucaristía, nos impulsa. Adentrémonos en el Corazón de Cristo, descubrámonos esta inmensidad y así, UNIDOS EN COMUNIÓN, ¡alegrémonos!, porque el camino recorrido en comunión, aun siendo arduo y empinado, se vuelve ágil y ligero.
En la oración me sumerjo y se renueva todo con mayor intensidad. Allí y siempre, me uno a TODOS, nos unimos, DIOS NOS UNE, y nuestro vivir se transforma en un hoy eterno, siempre presente, siempre vivificante y siempre gratificante. Es la eternidad que Dios nos regala en la sencillez del Misterio eucarístico: Jesús se nos da en comunión, ¡RECIBÁMOSLE!
Sor Rocío de Jesús
|