Orar
¿Qué sentido tendría mi vida?...
Si TÚ no estuvieras en mí…

De nuevo S. Agustín nos adentra en el Misterio insondable de la presencia de Dios. Si tú, Dios mío, no estuvieras en mí… ¿qué sentido tendría mi vida? ¿Dónde encontraría paz, armonía, firmeza, esperanza, fe, caridad… ¿dónde?

En el camino de la vida, todos experimentamos de alguna forma este sinsentido de las cosas, cuando falta el eje, el fundamento, la eterna Verdad de cuanto existe, cuando falta Dios.

Yo te pediría, a ti que lees estas líneas, que deseas orar: haz silencio, medita despacio, sin prisas… ¿qué pasaría en tu vida si Dios no contara para ti? ¿Qué es de tu vida cuando Dios está presente, cuando oras, cuando le escuchas, cuando descubres SU AMOR? ¿Qué ves? Porque cuando tu vida no camina al margen de Dios, de su Amor, de su bondad, de su misericordia… muchos, empezando por ti mismo, reciben algo de Su Bondad, de Su Misericordia, de Su Amor.
Dios, que ha obrado maravillas en sus santos, las sigue obrando hoy en quien se deja modelar y está abierto a su acción.

Oremos juntos:
¿Y cómo habré de invocar a mi Dios y Señor? Porque si lo invoco será ciertamente para que venga a mí. Pero, ¿qué lugar hay en mí para que a mí venga Dios, ese Dios que hizo el cielo y la tierra? ¡Señor santo! ¿Cómo es posible que haya en mí algo capaz de ti?
Porque a ti no pueden contenerte ni el cielo ni la tierra que tú creaste,
y yo en ella me encuentro, porque en ella me creaste.

Acaso porque sin ti no existiría nada de cuanto existe, resulta posible que lo que existe te contenga. ¡Y yo existo! Por eso deseo que vengas a mí, pues sin ti yo no existiría.
Yo no estoy en los abismos, pero tú estás también allí.
Y yo no sería, absolutamente no podría ser, si tú no estuvieras en mí.
O, para decirlo mejor, yo no existiría si no existiera en ti,
de quien todo procede, por el cual y en el cual existe todo.
Así es, Señor, así es. ¿Y cómo, entonces, invocarte, si estoy en ti?
¿Y cómo podrías tú venir si ya estás en mí?
¿Cómo podría yo salirme del cielo y de la tierra para que viniera a mí mi Señor
pues El dijo: yo lleno los cielos y la tierra?
(S. Agustín, Confesiones, capítulo II)

Preparado por minimasdaimiel