UNA SOLA COSA ES NECESARIA
También el Señor tenía cuerpo y del mismo modo que se dignó encarnarse por nosotros, así se dignó también sufrir hambre y sed. Y por el hecho de dignarse sufrir hambre y sed, se dignó ser alimentado por aquellos a quienes él mismo había enriquecido. Se dignó serrecibido en hospitalidad no por necesidad, sino por benevolencia. Marta, pues, se ocupaba de remediar las necesidades de aquellas personas hambrientas y sedientas; en su misma casa preparaba con esmero lo que iba a comer y beber aquellos hombres Santos y el Santo de los Santos. ¡Obra hermosa pero pasajera! ¿acaso ha de durar siempre el sentir hambre y sed? cuando nos adhiramos a la bondad sumamente pura y perfecta no rendiremos ya tributo a necesidad alguna.
¿Qué deleitaba a María mientras escuchaba? ¿Cuál era su alimento y su bebida? ¿Sabéis qué comía y qué bebía? Preguntémoselo a Él. “Dichosos, dice, quienes tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”. De esta fuente y de este granero de justicia recibía María algunas migajas cuando, hambrienta, se sentaba a los pies del Señor. El Señor le daba entonces en la medida de su capacidad. Ni los discípulos ni los mismos apóstoles tenían entonces capacidad para recibir cuanto les había de dar en su futura mesa; por eso les decía: “todavía tengo muchas cosas que comunicaros, pero ahora no podéis escucharlas”...
¿Qué era lo que deleitaba a María? ¿Qué comía? me detengo en esto porque me agrada. Me atrevo a decirlo: comía aquel a quien escuchaba. En efecto, si comía la verdad, ¿no dijo Él mismo: Yo soy la verdad? ¿Qué más puedo decir?Le comía porque era pan: Yo soy, dice, el pan que te he bajado del cielo. Este es el pan que repone las fuerzas sin agotarse. (San Agustín)
MARÍA CANTA ALELUYAS
El aleluya es ahora para nosotros cántico de viajeros. Nos dirigimos por un camino fatigoso a la patria tranquila, donde, depuestas todas nuestras ocupaciones, no nos quedará más que el Aleluya.
Esta parte dulcísima había escogido para sí y María, que se mantenía inactiva, a la vez que aprendía y alababa; su hermana Marta, en cambio, estaba ocupada en muchas cosas. Lo que hacía era ciertamente necesario, pero pasajero. (San Agustín)
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