Orar
En el camino de la oración: la paz interior

EN EL CAMINO DE LA ORACIÓN…LA PAZ INTERIOR

Siempre hay hermanos y hermanas que han recorrido un camino de oración, de búsqueda, de encuentro, de paz, de ilusiones, de esperanzas, de fracasos y baches, de luchas, de caídas y levantadas, en definitiva, un camino hacia la interioridad, un camino creyente.

En este rato que has escogido para orar, quiero hacerte llegar unas líneas ungidas de quien supo adentrarse en Dios y no guardó para sí, sino que lo derramó copiosamente con su escribir dejándonos pautas elocuentes para el camino del encuentro con Dios.

En este primer encuentro, nos preguntamos por la paz interior que los monjes y monjas contemplativos irradian hacia fuera… ¿por qué? ¿De dónde? ¡Qué felicidad y paz hay entre estos muros, en estas almas! Es la expresión que suelen decir quienes nos visitan por primera vez. Y con la pregunta surge el deseo de búsqueda personal. Dios se vale de mil pequeñas coincidencias para cuestionar y para iniciar la búsqueda. La iniciativa es suya.

Bien, así nos dice Thomás Merton:

Se llega al monasterio por distintos motivos. Puede ser debido al comentario de algún amigo, o por algo que se leyó alguna vez sobre la vida de los monjes, o porque uno busca realmente una vida más plena.

La primera impresión es de paz. ¿De dónde les viene a los monjes esta paz? ¿Cuál es el secreto de esta vida? Y ¿cómo explicarla, cuando parece ser algo del pasado y tan extraño a la sociedad actual?

El contrasentido aparente del monasterio a los ojos del mundo es lo que le confiere su verdadera razón de ser. En un mundo de ruido, confusión y conflicto, es necesario que haya lugares como éstos de silencio, disciplina interior y paz; no la paz de la comodidad, sino la de la claridad interior y del amor basado en el seguimiento total de Cristo.

 

En el camino del seguimiento de Jesús, como creyente que te acercas a estas líneas para orar, te animo. Nuestras vidas están en Manos de Dios. Nos toca buscarle a El, dejarnos encontrar por El, no hay más. Lo demás… se nos dará por añadidura… ¿lo creemos así? Lo ha dicho Jesús, eso nos basta.

Ora, contempla, busca, calla, adora, confía…

Continúa Thomás Merton:

El que escucha la voz del Señor debe reconocer que está llamado a una aventura cuyo final no puede prever, porque está en manos de Dios. Éste es el riesgo y el desafío de la vocación monástica: entregamos nuestras vidas en manos del Señor para no recuperarlas ya nunca más. El amor filial y constante a María, nuestra santísima Madre, dará a nuestra entrega una generosidad más espontánea y hará que todo nos conduzca más rápidamente a Jesús. En cuanto a los resultados, las esperanzas, los temores, las necesidades y las satisfacciones que experimentaremos: ni nos hacemos ilusiones, ni los evitamos. Nuestra tarea es buscar primero el Reino de Dios en soledad, oración y servicio fraterno. Lo demás se dará por añadidura.

Monjas Mínimas Daimiel