BAUTISMO DE JESÚS,
¡luz inaccesible!
Al verte en las corrientes del Jordán
queriendo ser bautizado,
el gran precursor, oh Cristo,
exclamó con alegría:
“has venido, te has aparecido, luz inaccesible”
En la Galilea de los gentiles, en la región de Zabulón de la tierra de Neftalí, como dijo el profeta, brilló una gran luz, Cristo. A los que estaban en tinieblas se apareció una luz espléndida que surgía desde Belén, el Señor preferido de María hizo que salieran para todo el universo los rayos, “el sol de justicia”. Por eso los descendientes de Adán, desnudos todos, vayamos a revestirnos de Él para calentarnos. Para revestir a los desnudos e iluminar a los que están en tinieblas has venido y te has ha parecido, luz inaccesible.
Dios no despreció al que por engaño fue despojado del paraíso, perdiendo también el vestido que Dios había tejido. Vino a su encuentro llamando al desobediente otra vez con voz santa: ¿dónde estás, Adán? No te me escondas más; quiero verte, aunque estés desnudo, aunque seas pobre: no te avergüences, pues me he hecho semejante a ti. Aunque lo has deseado, no has podido hacerte Dios, pero yo ahora he preferido hacerme carne. Así pues, acércate a mí y reconóceme, para que puedas decir: “has venido, te has aparecido, luz inaccesible”.
He sido vencido por mis entrañas, puesto que soy misericordioso, y me he acercado a la criatura extendiendo las manos para abrazarte….
Sucedían entonces las cosas más grandes que jamás han sucedido, entonces el Señor de los ángeles se dirigió el siervo pretendiendo ser bautizado. Por eso el Bautista al reconocer al Creador y valorándose a sí mismo, dijo temblando: ¡ven, Redentor. Ten suficiente con esto. Sé quién eres: ¡la luz inaccesible!
Si deseas continuar la oración: "luz inaccesible"
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