Jerez de la Frontera (Cádiz)
Profesión temporal de sor Laura de Jesús y sor María del Camino, de la comunidad de Jerez de la Frontera
-Esta no es una crónica cualquiera, igual que nuestra vida no es una vida cualquiera, igual que nuestra entrega no puede ser de cualquier manera, pues nuestro Dios no es un dios cualquiera, sino que es el Único y Verdadero, Rey de reyes, Dueño del universo, Omnipotente Altísimo y Todo Misericordioso” y así y todo:¡nos miró!. Mi nombre es sor Laura de Jesús, y mi connovicia se llama sor María del Camino. Lo que sucedió en nuestra pequeña Capilla el día 18 de septiembre del 2022, “es para cantarlo, no para contarlo”…
-Sí, sor Laura tiene razón, la mañana de aquel día me levanté una hora antes de lo acostumbrado, y desde ese momento todo parecía sobrenatural, el matutino despertar normalmente lleno silencio, fue de pronto interrumpido por las dulces voces de nuestras queridas hermanas, marcando con este despertar la solemnidad de tan hermoso día.
-Yo no sé si fui la única que sentí esto, ya me dirás, pero las horas se hicieron minutos y cuando menos pensamos decía la Madre; “¿Ya estáis listas?...¡Vamos!” En mi interior pensé: hemos estado cuatro años preparándonos y aunque en aquel preciso momento humanamente me sentía pequeñísima, confiaba en que sólo Dios lleva nuestra vocación y me daría la fuerza necesaria para pronunciar mi “fiat”.
-Marisol
-¿Quién es Marisol?
- La esposa de José Luis
-Es Marisa
-¡Ah, sí!, Marisa, una amiga de la comunidad, dijo entre sonrisas: “tenéis un brillo especial, bueno, siempre, pero hoy más. Estáis guapísimas” y pensamos entre las dos: Entregarse a Cristo hace que uno irradie paz y embellece el alma de modo que solo transmite el gozo de saberse amado por Dios. Muchos estaban impresionados por nuestra edad, pues hoy en día es muy extraño que chicas con 23 años, o sea, la época más bonita de la vida, al menos en la mentalidad mundana, estuvieran a punto de públicamente prometer vivir bajo los cuatro votos: castidad, pobreza, obediencia y vida cuaresmal.
-En el momento de ordenarnos para iniciar la procesión, nos dicen: “al frente” y nosotras muy obedientes nos hicimos delante de los acólitos, yo, como soy la mayor, iba a la derecha, entonces salió el Maestro de ceremonias para indicarnos: “¡No!, allí no, siempre detrás de la cruz, no lo olvidéis”. Así inició nuestro caminar, ya ubicadas en el puesto asignado, como discípulas, siguiendo al Crucificado y deseando con Él avanzar siempre de bien en mejor por la vía de la humildad, penitencia y caridad.
-Al ubicarnos en el presbiterio, junto a la jerarquía, en este caso nos acompañaron Don Carlos Redondo que presidió, Don Lorenzo como maestro de ceremonias, el Padre Alfonso que es nuestro capellán, el Padre Antonio, Don Ismael, Don Kevin, Don José, Don Jorge y Don Daniel; y acolitando estaban dos seminaristas del Seminario de Jerez: Sergio y José María y un hermano de las comunidades. En el pueblo estaban algunos hermanos de las Hermandades y otros del Camino, nos acompañó mi familia, nuestros feligreses y algunas hermanas de vida activa de la diócesis. 
Aunque sintiéndonos muy observadas, nos olvidamos de las apariencias humanas y dispusimos nuestros oídos y nuestro corazón para dejarnos penetrar por la Palabra y el Espíritu que el Señor nos quería regalar. Los cantos que las hermanas interpretaron en esta celebración daban dinamismo y armonía,  haciéndonos sentir su cercanía y fraternidad ¿verdad, sor Laura?
-Sí, la Palabra, como siempre fue “viva y eficaz”, aquellas lecturas consiguieron reflejar perfectamente nuestro modo de ver la vocación. Y el Evangelio fue cantado con gran solemnidad, además transmitido con un buen espíritu, pudo ser recibido por la asamblea que, como tierra fecunda se disponía para recibir la palabra, todos quedaron conmovidos. Pero un momento que atrajo sobre nosotras las miradas fue la petición de la Profesión, cuando la Madre me dijo: “sor Laura, ahora tienes que elegir, manifiesta libremente tu voluntad”. Seguras del llamado del Señor y animadas al paso que estábamos a punto de dar, guardamos en nuestro corazón, como un memorial, la preciosa homilía de nuestro querido párroco.
-Donde nos exhortaba a tomar la Cruz y seguir a Jesús, sabiendo que lo único que podemos darle, la dote, es nuestra pobreza y Él promete poner lo que haga falta (o sea, todo). “En este mundo que está sumido en un profundo vacío, la misión que se nos da, es mostrar con nuestra vida que sólo Cristo, todo Cristo y solamente Dios puede llenar nuestro corazón”, algo así decía mientras en mi interior se confirmaba el deseo profundo de vivir con radicalidad el carisma Mínimo. Cerrando con broche de oro, nos motivaba a responder sin miedo, con la certeza de que el que nos ha llamado es fiel.
-¡Sí! Me tocó la parte emocionante: tras la homilía, me puse de rodillas ante la Madre Correctora, y con mis manos en las suyas, profesé, pronuncié las palabras de mi consagración y firmé la fórmula como signo de mi compromiso con el Señor y mi abandono confiado en su voluntad, haciéndome suya para siempre. Inmediatamente, con toda delicadeza nuestra Madre Maestra procedió a revestirnos el hábito, nuestra armadura que nos defiende contras las insidias del enemigo. Luego fue el turno de sor María. Ahora cuenta tú.
-La santa Regla nos la entregó el Reverendo Padre Antonio, de la Orden de los Mínimos, nos causó una enorme alegría tenerlo con nosotros aquel día, y que pudiera realizar este signo. Procedimos entonces a dar el abrazo fraterno a la querida Comunidad que estaba muy conmovida de ver a las pequeñas ya consagradas a Dios. Rezado el Credo y cantadas las preces, proseguimos con la Liturgia de la Eucaristía, donde con Cristo, por Cristo y en Cristo, nos ofrecimos al Padre. Tras el signo de la paz a los Sacerdotes que con gran cariño nos cobijaron como signo de la Iglesia que es Madre, nos dispusimos por fin a recibir al Señor, que “para ser nuestro sustento se abajó hasta entrar dentro de nosotras y hacer de nuestro pecho su mansión, Él que es Tesoro ambicionado vino a enriquecer nuestra pobreza”.
-Con todo esto hemos experimentado como el Señor devuelve el ciento por uno y consuela incluso a nuestras familias que también han hecho una renuncia.
Antes de la bendición el Sacerdote dio unas palabras a los presentes y televidentes, que desde Colombia, nuestra patria, nos acompañaban. También nosotras habíamos preparado unas palabritas de agradecimiento a todas las personas que nos colaboraron. Como canto final escogimos un precioso himno a san Francisco de Paula nuestro fundador, para que desde el Cielo interceda por nosotras y nos mantenga en su amor… “Caridad y santa unión nuestro lema siempre sea.”
Rezamos por todos vosotros, pedid también por nosotras.