Valls (Tarragona)
Mi vocación. Sor Mª Elida

MI VOCACIÓN ES ESTAR CON ÉL

 

Sentí la vocación religiosa desde niña. Me fascinaba la idea de vivir solamente para Dios, aunque no era nada amiga de rezar. Recuerdo que se me hacía pesadísimo rezar el rosario en familia.  

Quería ser monja de clausura o misionera. A los doce años más o menos cambié de parecer, y pensaba en el matrimonio. Quería ser una madre joven, por eso deseaba casarme pronto.

Cuando tenía 16 años, el día del DOMUND escuché la homilía de un misionero y salí de la Iglesia decidida a ser misionera.  

La lectura del libro "Historia de un alma" de Sta. Teresita, me hizo comprender que mi vocación era más bien contemplativa,  pues lo que en mi corazón sentía era un deseo grande de llegar a todas las necesidades, y comprendí que sólo con la oración lograría llegar de verdad a todos mis hermanos que luchan y sufren en el mundo.       

Pedí ser admitida en el Monasterio de Monjas Mínimas de Barcelona. Ingresé a los 17 años de edad. Llegaba al Monasterio poco cultivada espiritualmente pero con ideas clave muy claras: sabía qué quería hacer con mi vida.  

Traspasar las puertas del Monasterio e invadirme una alegría incontenible fue todo uno. Mi vocación era puro regalo del cielo, como un río que se deslizaba mansamente.

Los contenidos de la vida claustral y de la vocación Mínima me llenaban totalmente. Pero de pronto revivió mi ilusión por las misiones con tal fuerza que me torturaba, haciéndose más fuerte cuanto más cerca veía el día de mi Profesión.

Tenía que decidirme definitivamente por lo uno o por lo otro. Yo trataba de "convencer" al Señor diciéndole que en las misiones podría hacer mucho bien. Pero en la oración veía que lo que Él me pedía era ser misionera desde la clausura con mi oración y sacrificio.

La lucha se me hacía insoportable, y al fin un día le dije: "Bien, Señor, yo quiero ir a misiones y Tú quieres que sea Mínima. Pues bien: renuncio a lo que yo quiero para hacer lo que Tú quieres. Pronuncié estas palabras en un mar de oscuridad, y al momento traspasó todo mi ser una alegría indecible. Pensé que jamás me asaltaría duda alguna sobre mi vocación. Pero me equivoqué. Después de mi Profesión Solemne volvió más fuerte y más oscura la prueba.

 Un día estando en oración me encaré conmigo misma y me dije: "ciertamente te has equivocado y esto tienes que subsanarlo ya, porque así no puedes seguir. ¿Por qué Dios te había de pedir que sacrifiques tus deseos de ser misionera?" Como buscando una respuesta abrí la Biblia al azar y leí esta frase del Evangelio: "Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas", (Lc. 22, 28). Fue una respuesta luminosa. La entendí en sentido positivo de "permanecer con Jesús en sus pruebas", sufriendo yo misma la prueba. Me emocionó mucho ver cuanto agradece Jesús que estemos con Él. Comprendí que esta era  mi vocación: estar con Él. Han pasado muchos años y no he sentido nunca más el deseo de ir a misiones. Mi misión es estar con Jesús. Con Él estoy en todas las misiones y en todas las necesidades del mundo.

Jesús mismo aceptó por voluntad del Padre un reducido radio de acción. Pasó treinta años de vida oculta en Nazaret, y dedicó tres años a la predicación. Nos enseñó más con su ejemplo que con su palabra. Para Él lo más importante era estar con el Padre y hacer siempre su voluntad. Y con esto salvó al mundo; con esto llegó a todos los hombres de todos los tiempos. Pienso que mí vocación se parece mucho a la de Jesús.

 Sor Mª Elida Cillero Anello,O.M