Andújar (Jaén)
Profesion Sor Mª Jesús y Sor Sophia
Profesión de Sor María Jesús y Sor Sophia
 
 
CRÓNICA DE LA PROFESIÓN
 
El pasado día 27 de octubre, en nuestra Comunidad de Andujar, tras un largo periodo de preparación, llenas de gozo, emitieron sus votos temporales las jóvenes novicias Sor María Jesús Rappay y Sor Sohpia Chaco. El acto tuvo lugar en el transcurso de una solemne Eucaristía,  que dio comienzo a las cinco de la tarde en nuestra iglesia, siendo presidida por el Rvdo, P. Pietro Manca de la Orden de los Mínimos, venido de Italia expresamente para presidir la Celebración.
 
La iglesia estaba bellamente adornada con flores blancas y amarillas y se encontraba abarrotada de fieles que aguardaban en silencio el comienzo de este acto, que empezó con la monición y el canto de entrada: “Aclama a Dios tierra entera, aclamemos llenos de alegría. Aleluya, aleluya”, mientras la procesión, formada por nueve sacerdotes, un seminarista, la M. Superiora, las Hermanas que actuaron como testigos, las neoprofesas, Sor María Jesús, Sor Sophia, y la aspirante Rebecca que portaba el Evangelario, avanzaba por la iglesia hasta ocupar cada uno su lugar en el presbiterio. El canto resonaba en el templo y era grande y palpable en todos los participantes la emoción, el gozo del momento. El incienso hacía más viva la presencia, la gloria del Señor que a todos nos envolvía.
 
Tras el canto solemne del Gloria y de las lecturas,  después de la proclamación del Evangelio, las novicias respondiendo a la llamada que les dirigió la Madre Superiora, expresando su disposición diciendo: “Aquí estoy, Señor; tú me has llamado”.  La Asamblea, cantó emocionada: “Demos gracias al Señor, porque es bueno, demos gracias al Señor aleluya” coreándolo varias veces.
             
Finalizada la homilía, (que fue de alto nivel, y cuyo texto se incluye al final), tuvo lugar el interrogatorio del celebrante  a las novicias, las cuales, respondieron con emoción,  el “Sí, quiero”, emitiendo a continuación sus votos con voz fuerte y clara. La fórmula fue depositada en el altar y seguidamente se les entregó el velo y el libro de la Regla. Tras la imposición  del velo, un solista cantó el salmo 44, cuya antífona “Busqué al amor de mi alma, aleluya” era coreada por  la Asamblea.
La presentación de ofrendas fue sumamente emocionante: Las neoprofesas, Sor Sophia y sor María Jesús, presentaron una lamparilla encendida, signo de lo que ellas quieren ser a través de su propia vocación: una vida entregada en fidelidad, en virginidad, en totalidad al Señor.
                            A continuación un grupo de fieles presentaron:

* Una alcuza con aceite: signo del Espíritu, signo del amor, y el Amor es el que alimenta la fidelidad.

* Una vela encendida: signo de la fidelidad.

* La Colecta, es una invitación a compartir los bienes para construir la fraternidad.

* Y sobre todo el pan y el vino, que se convertirá en el cuerpo y la sangre de Jesús, nuestro verdadero alimento que nos llena de plenitud y gracia 

* Y las flores, porque estamos de fiesta, en alegría, en gozo, en acción de gracias al Padre, y porque son también singo del amor que se entrega en respuesta a la llamada divina. 
 
Mientras la presentación de estas ofrendas se cantaba: “No me elegisteis vosotros, fui yo quien os elegí, vosotros sois mis amigos, seréis mis testigos, viviréis en mi” y “El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”
 
Después de  la presentación de Ofrendas, la Eucaristía continuó hasta el final con toda solemnidad, festiva y gozosa. El incienso, los cantos, las moniciones, la Comunión bajo las dos especies, el canto: “Nada podrá apartarnos del amor de nuestro Dios, amor de Dios manifestado en Cristo”, y “Bendecid al Padre, bendecid al Hijo, pues su amor perdura siempre, aleluya, aleluya” fueron creando un ambiente sobrecogedor de alabanza a Dios, que hacía vibrar el corazón de cada uno brotando espontánea la acción de Gracias al Señor por la entrega de Sor María Jesús y sor Sophia. Ambas, al final de la Eucaristía, se dirigieron al pueblo pronunciando las siguientes palabras:
 
Sor Sophia y yo, estamos radiantes de alegría porque el Señor nos ha elegido, nos ha llamado y nos ha destinado para que demos fruto”. Él, nos ha regalado una vocación, y hoy, es un día de gozo muy grande para nosotras y sólo nos sale del fondo de nuestro corazón una palabra: ¡Gracias, Señor, por este don maravilloso de nuestra vocación mínima!
 
A este día, hemos llegado tras un proceso intenso de formación. El camino ha sido largo. Lo hemos recorrido, venciendo dificultades de idioma y cultura tan diferentes, pero lo hemos hecho con ilusión, con dedicación, con esfuerzo y sobre todo con la gracia de Dios que nos ha acompañado en todo momento.
                     
Y ahora, con la alegría que experimentamos podemos decir: En verdad, el esfuerzo realizado, ha valido la pena, porque seguir a Jesús más de cerca, consagrarse a Él en la vida religiosa, es un don estupendo que el Señor nos ha hecho gratuitamente. Su mirada nos sedujo, nos atrajo con su amor y aquí estamos plenas con su plenitud.
 
     Desde nuestro ingreso en la vida religiosa, muchas personas nos han ayudado hasta llegar hasta al día feliz de nuestra entrega al Señor: Nuestra Comunidad que nos acogió con mucho cariño y que ha seguido nuestros pasos, guiándonos y ofreciéndonos los medios más eficaces de formación, humana, cristiana y religiosa.                                       
 
     También es un gozo muy grande el sentirnos acompañadas por tantos sacerdotes y de todo corazón les damos las gracias; de manera especial al P. Pietro Manca, que ha venido desde Italia para acompañarnos él, hoy, nos hace sentir la presencia de nuestro amado Fundador, San Francisco de Paula.
 
     Gracias, a los Padres Paúles, nuestros capellanes, que con su predicación constante, nos han ayudado a comprender mejor la Palabra de Dios. Y de manera particular agradecemos al P. Jesús, que siguió nuestros primeros pasos y nos ayudó con su paciencia casi infinita. Él, cuando no sabíamos hablar, siempre estuvo cercano con su cariño y ternura, dándonos seguridad, haciéndonos crecer; y con sus catequesis preciosas, nos enseñó a amar al Señor y a todos. De todo corazón, gracias, Padre Jesús.
 
Una ayuda muy importante, ha sido la de nuestros profesores de Secundaria y ahora de Bachillerato; algunos estáis aquí presentes, otros aunque lo han deseado, no han podido venir pero sabemos que están aquí espiritualmente y vuestra presencia nos llena de alegría.
 
En fin, a todos los que nos acompañáis de aquí de Andújar, y los que habéis venido de fuera, y mi primo Sanny;  hoy vosotros sois nuestros padres y hermanos. Ellos, aunque físicamente están lejos, su mente y su corazón están aquí, y vosotros los hacéis presentes. Gracias, en nombre de ellos.
 
Por último, ofreceros nuestra oración todos los días de nuestra vida y pediros también la vuestra para que siempre seamos fieles a lo que hoy hemos prometido al Señor. Un abrazo, con nuestro cariño y gratitud.
 
La Asamblea respondió con lágrimas de emoción, y con un caluroso y prolongado aplauso. Mientras los sacerdotes abandonaban el presbiterio se entonó como canto final y broche de oro el canto de María nuestra Madre: “MAGNIFICAT”
 
Terminada la celebración litúrgica, ya en el locutorio y en la portería se ofreció unos dulces y refrescos a todos los participantes que compartieron con la Comunidad el gozo y la emoción que nos había proporcionado lo vivido, gustado y saboreado durante toda la celebración.
 
Desde este día no paran de llegarnos testimonios de gratitud como el siguiente: “Ya estamos instalados en casa y recuperados de tanta emoción. Siempre que volvemos del convento, lo hacemos como nuevos, con la paz en el cuerpo que ustedes transmiten. Y ver a esas jovencitas con esa sonrisa tan limpia, tan alegre, nos hace volver a tiempos difíciles de encontrar hoy en día”.
 
Para nuestra Comunidad fue un día grande de gozo inmenso y acción de gracias al Señor por el don que nos hace con la entrega de estas dos jóvenes, a las que hoy vemos entusiasmadas y decididas, pero a las que hemos de ayudar con la oración y con nuestro ejemplo de vida para que ese entusiasmo, esa decisión, esa respuesta, esta entrega, se haga una realidad a lo largo de toda su vida y lleguen así a ser lo que el Señor, la Iglesia y nuestra Orden desea y espera de ellas. Así sea.
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