FRANCISCO
Proyecto de Dios en nuestra historia, trazados en lo hondo del misterio; obra silenciosa del Espíritu, que guía a los hombres en el tiempo.
Dios va marcando caminos va tejiendo el movimiento, de las cosas y sucesos a su total cumplimiento.
Y Dios suscita profetas, siempre y en cada momento, que a los hombres nos orienten, hacia el Hijo predilecto.
Dios va eligiendo las almas, y preparando instrumentos, que hoy sean signos visibles, de sus divinos preceptos.
Un hombre Dios predestina, El administrador fiel el siervo bueno, Al que adorna con sus dones, y lo impulsa con su aliento.
Y lo llama a ser imagen del anonadado Verbo. Este es, Francisco de Paula, El mínimo de sus siervos.
Proyecto de Dios en nuestra historia, trazados en lo hondo del misterio; obra silenciosa del Espíritu, que guía a los hombres en el tiempo.
Paula, ciudad escogida, en ti nace el fruto electo, y una luz resplandeciente ilumina nuestro cielo.
¿Que será pues de este niño? Y nadie sabe el secreto, en sabiduría crecía , y de la gracia era lleno.
Con una promesa inicia, lo que será su sendero, y no duda ofrecer a Dios un año en el monasterio.
En un continuo coloquio, con el corazón abierto, pregunta: ¿Señor que quieres? Lo que quieres yo quiero.
Peregrino, va en su busca, y poco a poco entendiendo, que debe ser ermitaño, emigrando en el desierto.
Viviendo así anonadado, crucificando sus miembros, siendo la oración su estudio, sólo en Dios su pensamiento.
Hizo de su vida ofrenda, al Dios, meta de su anhelo, mas su amor le enseñaría horizontes aún más lejos.
Proyecto de Dios en nuestra historia, trazados en lo hondo del misterio; obra silenciosa del Espíritu, que guía a los hombres en el tiempo.
Y Dios suscita profetas, siempre, y en aquel momento, que a los hombres nos orienten, hacia el Hijo predilecto.
A ti Francisco, te envío, sé luz sobre el candelero, Regla de los penitentes, de quien lucha con esfuerzo.
¿Quién soy yo Señor? La obra es grande y yo me siento pequeño, pobre, ignorante, sin ciencia, solo mínimo en tu reino.
Abandonado en sus manos, recibe a los compañeros, que su Señor enviaba a la aspereza del yermo,
donde serían luchadores, de ese combate sin tiempo, que niega la voluntad, y construye el hombre nuevo,
en la más pura oración, aniquilando el deseo, solo aspirando a vivir, en Dios y por el muriendo.
Y Él hizo a Francisco el fiel, obrador de sus portentos, adornado de virtudes, a los ojos de los pueblos.
Así fue para la Iglesia administrador despierto, que hizo fructificar los talentos de su Dueño.
Fue instrumento en sus manos, árbol que de frutos lleno, para los suyos fue Padre, fue Fundador y Maestro.
Pero el designio de Dios, Aún lo aguarda de nuevo, Y su Orden será la luz que él llevará aún mas lejos.
Proyecto de Dios en nuestra historia, trazados en lo hondo del misterio; obra silenciosa del Espíritu, que guía a los hombres en el tiempo.
Dios va eligiendo las almas, y prepara un instrumento, que hoy sea signo visible, de sus divinos preceptos.
Su aliento lo impulsa y mueve y se cumple aquel deseo de poder dar a los suyos su Regla y su Testamento:
Esa vida Cuaresmal, donde cifró sus anhelos de hacerse igual a su Cristo, el anonadado Verbo.
Y fue consuelo a su alma, ver desear con empeño, esa Regla y esa Vida, por doncellas, que de él fueron
hijas fieles que lo amaron, y su retiro y silencio fue norma de aquella vida, en el devenir del tiempo.
Él sin ahorrarse fatigas, ni trabajos ni desvelos, Mantuvo firme el carisma Y encendido siempre el fuego.
Ahora, al llegar el final, antes de emigrar del suelo, pide a sus hijos guardar, su cuaresmal testamento.
Brasa ardiente entre sus manos llameante entre sus dedos, implora de cada uno, custodiar con fuerza y celo,
La preciada fortaleza, de su Regla y sus consejos, que norma será de todos cuantos lo vendrán siguiendo.
Asi queridos hermanos Seguid el sendero cierto El camino santo y suave, para llegar hasta el cielo,
Emigrad de este siglo, vanidades y destellos de las cosas de este mundo que pasan raudas cual vuelo
Tended hacia los consejos que dice el santo evangelio, imitad a Jesucristo, y seguidle con empeño.
Sin ignorar vuestra nada, obedientes y dispuestos, castos, pobres, ejemplares, sed humildes y modestos.
Que vuestra vida sea siempre, evangélico silencio, y Dios dará la corona que da al discípulo bueno.
Caballeros del gran Dios, crucificad vuestros miembros y viviendo en penitencia convertios en hombres nuevos.
Y os aguardará la gloria, en el reino de los cielos, vivid solo para Dios, y orad, por mí, os lo ruego.
Un hombre Dios ha predestinado colaborador fiel y siervo bueno, y lo ha adornado con sus dones, y lo ha impulsado con su aliento.
Y lo ha llamado a ser imagen del anonadado Verbo, Este era, Francisco de Paula, El mínimo de sus siervos.
Un proyecto de Dios en nuestra historia, trazado en lo hondo del misterio; obra silenciosa del Espíritu, que guía a los hombres en el tiempo.
Traducción y adaptación del original italiano al español por: M.I.F.
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