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Misericordia en las llagas del Resucitado
CONTEMPLEMOS EN LAS LLAGAS DEL RESUCITADO LA DIVINA MISERICORDIA
 
El Misterio pascual manifiesta plenamente el amor salvífico de Dios, rico en misericordia. Es en la pasión, muerte y resurrección de Cristo donde se expresa en toda su profundidad la misericordia de Dios.

En la cruz es Cristo quien clama misericordia a la humanidad y al Padre pero sólo halla por respuesta el rechazo del hombre y el silencio del Padre, llegando al total abandono. Pero este silencio estalla en eclosión de Palabra, de luz, de vida, en la Resurrección y se convierte para nosotros en fuente, manantial, y océano de misericordia que nos envía a raudales por sus llagas de Resucitado.

“La cruz de Cristo, no es la última palabra del Dios de la alianza: esa palabra será pronunciada en aquella alborada, cuando las mujeres primero y los Apóstoles después, venidos al sepulcro de Cristo crucificado, verán la tumba vacía y proclamarán por vez primera: «Ha resucitado». Ellos lo repetirán a los otros y serán testigos de Cristo resucitado. Creer en el Hijo crucificado significa «ver al Padre», significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese amor significa creer en la misericordia”.…

En su resurrección Cristo ha revelado al Dios del amor misericordioso, precisamente porque ha aceptado la cruz como vía hacia la resurrección…“Cristo, Hijo de Dios, … se revela a sí mismo como fuente inagotable de la misericordia…El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la misericordia, su signo viviente: histórico-salvífico y a la vez escatológico. En el mismo espíritu, la liturgia del tiempo pascual pone en nuestros labios las palabras del salmo: «Cantaré eternamente las misericordias del Señor” (cfr Dives Misericordiae, 7-8)
Contemplemos en las llagas del Resucitado la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del mal y del pecado. …El Rostro de la Misericordia es Jesucristo, Jesucristo resucitado. Dirijamos la mirada a Él lleno de dulzura, de misericordia, de ternura y viviremos en esperanza.. Es el Señor a quien buscamos en las profundidades secretas del propio ser.
Como nos dice el Papa Francisco:  “Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16)…. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza… llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión”. (Misericordiae vultus, 8)
Y para esta Pascua tengamos este estribillo en el fondo de nuestra alma: “Porque es Eterna su misericordia” y “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”, es como un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor. Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre. …Antes de la Pasión Jesús oró con este Salmo de la misericordia. (cfr bula MV 7)
Contemplemos con María cómo su misericordia pasa de generación en generación. “Además María es la que de manera singular y excepcional ha experimentado —como nadie— la misericordia y, también de manera excepcional, ha hecho posible con el sacrificio de su corazón la propia participación en la revelación de la misericordia divina… María pues, es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también… Madre de la divina misericordia”.  (DM 9).
¡Aleluya, aleluya, sea nuestro canto, porque es eterna su misericordia! 
Sor Magdalena, OM. Daimiel