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Nueva luz de santidad
UNA NUEVA LUZ DE SANTIDAD
 

El reconocimiento de la Beatificación de nuestras 9 hermanas Mártires del convento de Barcelona (junto a la laica Lucrecia) el 13 de octubre 2013 son una nueva luz de santidad en nuestra vida mínima. Hijas del gran fundador San Francisco de Paula declarado ya en vida como ardentísimo imitador del Redentor que había trazado un camino de seguimiento de Cristo con un nuevo carisma en la Iglesia como luz para iluminar a los penitentes… han sabido ser luz en medio de la oscuridad.

Vivían día a día en la oscuridad de la fe, una fe que las impulsaba a la fidelidad en lo pequeño, a la fidelidad en los detalles de cada día, en todas esas pequeñas exigencias diarias de la vida religiosa que constituyen el martirio a alfilerazos, oblación gozosa de la vida religiosa.

Un martirio con matiz de vida cuaresmal en el camino de las mínimas. El martirio de la conversión continua de mente y corazón, en ese mirar a Dios que irle eligiendo totalmente. Un martirio que consiste en elegir siempre las obras de la luz y oponerse al reino de las tinieblas. Un martirio para caminar de bien en mejor trabajando continuamente en nuestro interior. Y nuestras Hermanas mínimas ciertamente que lo vivían con naturalidad. Así, llegado el momento de la suprema elección estuvieron preparadas para dar ese salto del martirio incruento a entregar su propia sangre cuando se lo ha pedido el Señor.

Iban caminando de tiniebla en tiniebla con la luz de la fe y encendida la esperanza, en intensa caridad. Esa tiniebla se oscureció aún más llegando a ser total oscuridad compartiendo el abandono de Jesús en la cruz cuando tuvieron que dejar su amado convento… caminaron con Jesús de Getsemaní al Calvario y como Él supieron entregar su vida en total generosidad porque aquel que quiera ganar su vida la perderá pero quien la pierda por mí y por el Evangelio la ganará. Y si el grano de trigo no cae en tierra y muere es infecundo pero si se pudre en la tierra da mucho fruto. Así nuestras Hermanas mínimas estuvieron dispuestas a ser fieles hasta la muerte consumando lo que habían profesado de seguir a Cristo crucificado hasta el fin de la vida. Y he aquí que en medio de aquella noche se hizo plena luz, una luz que no ha quedado oculta sino que ahora es como una lámpara que ilumina a todos. Y especialmente a nosotras, Mínimas, que compartimos el mismo carisma.

Este gran acontecimiento en que la iglesia reconoce el martirio de nuestras Hermanas elevándola a su beatificación es para nosotras como la luz que nos puede ratificar que nuestro carisma mínimo lleva verdaderamente a la santidad y en cada una de las de nuestras nueve Hermanas tenemos testigos fieles que lo han vivido. Unas han estado preparadas a los treinta años, otras a los cuarenta o a los setenta… en cualquier momento puede llegar el Señor a pedirnos la vida pero de la forma que sea, lo que sí podemos imitar es esa fidelidad en lo pequeño de cada día esa fidelidad de estar constantes en la batalla trabajando de continuo en la vida interior, intensificando más la oración en estos momentos de crisis de fe. Hemos de renovarnos día a día, renovarnos en el amor continuo, renovarnos en el sacrificio, en la entrega, en la fidelidad constante al carisma. Renovarnos para ser esa vida contemplativa que quiere hoy la iglesia hasta llegar a la oración continua para salvación de muchas almas.

Damos gozosamente gracias a Dios porque nuestras Hermanas Mínimas han sido glorificadas.  Y nos ponemos bajo la protección de la Beata M. Montserrat y sus compañeras, para que nos ayude en nuestro caminar en el carisma mínimo a toda la Orden de los Mínimos y especialmente a cuantas compartimos su mismo estilo de vida. Quiera Dios que pronto se realice un milagro por su intercesión y podamos ver la canonización tan deseada.

Sor Magdalena López, Presidenta de la Federación

Daimiel, 18 Octubre 2013