Fundador: San Francisco de Paula
San Francisco de Paula y los retos de su tiempo
RESPUESTA DE SAN FRANCISCO DE PAULA

Y LOS RETOS DE SU TIEMPO


En este primer día de reflexión sobre la vida y obra de San Francisco de Paula, como preparación a su fiesta, vamos a tratar de situar la figura de Francisco en su entorno real.
Para ello, lo primero será puntualizar, que la santidad, la vida de un santo nunca es ajena a la realidad, no es algo desencarnado, que flota en extrañas regiones. Quizá en alguna época se ha podido caer en este falso concepto, nada más erróneo. Santo es el hombre que posee una gran madurez humana, puesto que su vida está cimentada en la Verdad, con mayúscula; santo es el que responde a las circunstancias que le rodean desde el Evangelio, o sea, dando la respuesta más plena que a nivel humano se puede dar....

La sociedad, en la que está sumergido Francisco, es una sociedad que toma como punto de referencia al hombre no a Dios, con lo cual se coloca en una situación de inestabilidad, desequilibrio, fragilidad, vulnerabilidad. Olvida que el hombre es un ser contingente, relativo, despendiente de Dios, olvida que el hombre nunca puede tomarse a sí mismo como referencia, medida o fin.
San Francisco sabe bien que éste es un camino errado, es un camino que lleva al fracaso, a la desesperación, al caos.
Ante esta realidad, él responde con la dedicación exclusiva a Dios se retira al desierto; con la primacía que da a la oración sobre cualquier otra actividad: tenemos al gran contemplativo; viviendo toda su existencia en continua dependencia de Dios...


El actuar de Francisco nos conduce a esta verdad: el hombre no es un ser absoluto, el hombre tiene que vivir en relación amorosa con su Padre Dios, y entonces la vida cobra su verdadero sentido el hombre recobra la verdadera alegría; el dolor, la enfermedad y la muerte que constituían la humillación y derrota del hombre, son realidades que se miran de frente y con gozo porque se viven en su verdadera dimensión, o sea, como fuente de gracia, acontecimientos llenos de fecundidad, puerta de la verdadera vida...

Francisco trabaja y ora por la paz de las naciones, pero trabaja sabiendo que la paz del mundo comienza en el interior de cada hombre. Que la paz del mundo es la suma de la paz de cada hombre.
Desde su compromiso de paz interior y de paz entre los hombres, él nos da su experiencia en este consejo: “Trabajad insistentemente por la paz que es mercancía que merece ser comprada bien cara”.
Otro aspecto al que en su tiempo se daba una importancia desmesurada es la riqueza, el afán de atesorar, la relevancia que se da al placer por sí mismo. Muchos cristianos zambullidos en este ambiente e impregnados por él, intentan compaginar estas actitudes, estos criterios con el Evangelio.
Francisco lucha por restablecer la Verdad, de aquí el papel de gran reformador que le concede la Iglesia.
La vida de la Iglesia en amplios sectores se ha ido limando, perdiendo fuerza como consecuencia de la flacidez de muchos de sus miembros. Francisco con su vivencia evangélica y desde la Orden que ha fundado sirve de trampolín a aquellos que leen el Evangelio tal cual es, para realizar la reforma tan deseada por ellos y de la que tan necesitada está la Iglesia para cumplir su misión de sacramento para la salvación del mundo...

- La penitencia no es una adherencia añadida a la Iglesia en el transcurso de los siglos, sino que tiene su fundamento y razón en el mismo comienzo del ministerio público de Jesús: “Convertíos y haced frutos dignos de penitencia”...

Nuestros tiempos son difíciles como lo eran los de Francisco.
Nuestro bautismo nos compromete a dar respuesta a los retos de nuestro tiempo como comprometió a Francisco.
Que desde la meditación de su vida, ayudados por su poderosa intercesión y la riqueza de sus méritos, seamos también nosotros: árboles plantados en la viña del Señor para dar frutos abundantes de virtud, siendo ferventísimos imitadores de Jesucristo.
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I.Díaz
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