Orar
Consolar al que sufre
CONSOLAR AL QUE SUFRE
Preparado por Monjas Mínimas Daimiel
A ti que llegas a este rincón de oración, me brota compartirte las palabras entrañables de alguien que un día, no muy lejano, ha tenido y tiene oportunidad de consolar, de ayudar, de esparcir el Amor que Dios nos regala. Son palabras dichas desde el corazón y a ti que llegas a ellas, recíbelas en tu corazón para que todos, podamos continuar esta cadena de COMUNIÓN, de ORACIÓN, de AYUDA. Dios nos impulsa a ello, bendito sea. Demos gracias a Dios por hermanarnos en comunión de fe y amor. Demos gracias a Dios porque sigue suscitando en su Iglesia, corazones ardientes, que buscan irradiar su Amor a todos, sin distinción.
En nombre de cuantos lean y oren: Gracias, querido hermano, por tus palabras inundadas de aliento y de amor.

UNAS PALABRAS DE ALIENTO Y DE AMOR
DE UN CREYENTE AFINCADO EN DIOS


TÚ TAMBIÉN PUEDES CAMBIAR
Querido hermano: Eres un regalo de Dios para los demás, para nosotros, ¿Te das cuenta? GRACIAS.
Todo lo que nos pasa en la vida, tanto lo fácil como lo difícil, nos permite mejorar un poco. Nunca estamos solos. Junto a ti, aunque no le veas, está Dios, que te quiere y te acompaña en todo momento. Está enamoradísimo de ti, vive dentro de tu corazón, en silencio, activo. Tienes también a tu mamá, aunque no la veas. Cuando quieras estar junto a ella, sólo tienes que cerrar los ojos y decirle "mami". Ella te ayuda ahora, más que antes. Dios la llevó al Cielo para que desde allí pueda ayudar a más personas. Ahora le pido yo también su ayuda, para mí y para ti.
Todo el sentido de la vida es uno: AMAR. Puedes convertir todo lo que te sucede en una oportunidad para amar y ser amado. Todos los días encontrarás una oportunidad de perdonar a alguien, de sonreír a alguien para alegrarle, de hacer algún pequeño sacrificio por alguien, de pedir perdón... Así, poco a poco, tu vida se llena de tesoros pequeñitos, que Dios va acumulando en el Cielo, para ti. El tesoro de todos tus pequeños actos de amor. Empieza a vivir de esa esperanza, cada día. Ya verás qué pronto empiezas a sonreír y a ver la sonrisa en quienes te rodean. Ten paciencia, sonríe, y pronto verás un gran cambio.
También nosotros te queremos, no estás solo ni por un instante. Sonríe, Dios ve tu sonrisa y te sonríe con amor. Todos los demás también la vemos y nos ayudas de ese modo sencillo. Vas a ser protagonista de un cambio precioso y silencioso en tu vida y en la vida de otras personas.
Gracias

Ahora, hagamos silencio, oremos por cuantas personas se encuentran necesitadas de la ayuda del Señor, que a todos llegue este mensaje de esperanza. OREMOS:

Salmo 86
Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.
Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor;
porque tú, Señor eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas.
Grande eres tú, y haces maravillas, tú eres el único Dios
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo.



ERES REGALO PARA LOS DEMÁS
Gracias a ti, ahora tengo una oportunidad más de ofrecer mi amor a alguien. Haz tú lo mismo: encuentra personas a las que ayudar. Ya verás que hay tantas personas cerca de ti a quienes puedes brindar tu pequeña ayuda... y para ellas será muy importante.
Todo el éxito de la vida se reduce a una sola palabra: AMAR. Todo lo que nos presente una oportunidad de amar, es una oportunidad de triunfar. Y todo lo que nos aleje del amor, es una oportunidad para fracasar. Escoge, sin dudarlo, el camino del amor. El único camino que te llevará a la paz.
Confía en la misericordia infinita de Dios, en su amor por todas las personas. El demonio pondrá todo su empeño en tratar de que te entristezcas y te sientas solo. Pero es MENTIRA. Tú no estás solo nunca. Tienes a Dios, vivo y activo, dentro de ti. Habla con Dios, confía en que te está escuchando. Pronto experimentarás esa paz que sólo Dios puede darte. Pronto sonreirás y harás que otras personas junto a ti sonrían. No lo dudes: vas a ser muy feliz y vas a hacer felices a otras personas. Consuela a otros, cuida a otros, saca todo el amor que llevas dentro y verás qué gran dicha va a invadirte, muy pronto.
A mí ya me has ayudado. Muchas gracias. Pon todas tus preocupaciones en manos de tu Madre, la Virgen María, que va a darte toda la dulzura que la mejor Madre sabe y puede dar. No estás solo nunca, ni por un instante. Busca el Cielo en tu interior.
Te envío el mayor abrazo posible, que es menor del abrazo que Dios y su Madre te dan ya.

Tiempo para orar y reconocer que Dios ama y perdona.
(Salmo 103)
Bendice, alma mía, al Señor,
Y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus días, y como un águila se renueva tu juventud.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre los que lo temen,
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que le aman.

TE ESCRIBO A TI
Te escribo sin saber tu nombre, pero conociendo tu tristeza. Gracias a ti, ahora tengo una oportunidad de oro para querer a alguien sin ningún interés personal, sólo por amor.
Tú podrías hacer lo mismo: encontrar a alguien triste y ayudarle. Pensarás que estoy loco... ¿cómo puedes tú ayudar a alguien, si estás tan triste? Te voy a contar un secreto. Es un secreto que llevas escondido en tu corazón, pero que no lo sabías porque nadie te lo había dicho o lo has olvidado.
¡Atención! El secreto es... que dentro de ti vive otra persona. ¡¡¡Dentro de ti vive Dios!!! Te resulta difícil creerlo, porque nunca le has visto ni oído. Tampoco has visto ni oído nunca a tu propio corazón... pero ahí está, activo. Habla con Dios, habla ahora mismo con ese Dios escondido en ti... Y dile que te ayude, que te muestre su amor, que te sostenga. Ya verás cómo va a cambiar tu vida. Vas a tener una sonrisa tan grande, que te sorprenderá. Dios va a ser eficaz contigo, sólo es necesario que se lo pidas, porque Dios no te quiere obligar a ser feliz. Si se lo pides, entonces se va a ocupar de ti. Vas a comprobar su omnipotencia. Lo que parece imposible para ti... es la especialidad de Dios. A ti te deja lo posible (pedirle ayuda) y Él se ocupa de lo imposible (solucionar tu vida).
Por favor, haz la prueba... y ten un poco de paciencia. Dios necesita un poquito de tiempo para cambiar algunos aspectos de tu vida. Ten paciencia y sonreirás muy pronto.
Gracias por ayudarme. Ya tienes un pequeño motivo para sonreír. Me has ayudado y eso es muy importante para mí. Eres muy importante para mí.
Te quiero mucho... pero es poco en comparación con cuánto te quiere Dios. Te lo va a demostrar. Dale esa oportunidad.
¡¡¡GRACIAS!!!

Adentrémonos en Dios y oremos con el salmista la oración de un afligido que, en su congoja, desahoga su pena ante el Señor:
(Salmo 102)
Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti,
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco,
escúchame enseguida.

(Salmo 88)
Señor, Dios Salvador mío, día y noche grito en tu presencia,
llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor.
Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo…
Pero yo te pido auxilio, Señor; por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.