Orar
¡Os anuncio una gran alegría: Hoy os ha nacido el Salvador del mundo!
“Os anuncio una gran alegría:
Hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”

 
 
Queridos hermanos:
Nos disponemos a celebrar en fraternidad, un año más, por la gracia del Señor, la Navidad, el Misterio que se alumbra en la gran Noche Santa, la Nochebuena, y todo es motivo de alegría y de gozo fraterno.

La Encarnación es vaciamiento del Hijo, camino ‘mínimo’ del Más Grande, senda abierta para salvar a todos. El Hijo-Niño nacido de la Virgen María en Belén, es ese río de Amor del Padre nacido en las cumbres altísimas de su Misericordia, del Cielo de su Compasión... y que desciende hasta el río de nuestras vidas, sanando y salvando.

Es mi deseo que el Señor nos conceda vivir con hondura el Misterio, para
‘ser misioneros de su pequeñez que salva, de su Palabra que calla, de su Vida que muere, de su Gloria que se oculta’.

En estos días previos a la Navidad y durante la Navidad, recibimos muestras de cariño y mensajes preciosos, que, carecerían de sentido, si se quedaran sólo en palabras bonitas y ungidas. ¿De qué sirve hablar bien, escribir bien, reflexionar bien, si nuestra vida no expresase el Misterio? Y cuando digo Misterio, quiero hacer referencia explícita al Mensaje que Jesús, nos vino a traer con su Encarnación.

Nos recuerda san Agustín: «Jesús yace en el pesebre, está envuelto en pañales y nos viste a nosotros de inmortalidad. Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza». La doctrina de la humildad es la gran lección del misterio de Belén: «Considera, hombre, lo que Dios se hizo por ti; reconoce la doctrina de tan grande humildad aun en un niño que no habla».

Tenemos un camino que recorrer. Abramos nuestro corazón y unámonos a la humanidad entera que salta de júbilo con el canto jubiloso de los ángeles en la Noche de Belén.

A todos debe contagiar la alegría del nacimiento: «Salten de júbilo los hombres, salten de júbilo las mujeres; Cristo nació varón y nació de mujer, y ambos sexos son honrados en Él. Retozad de placer, niños santos, que elegisteis principalmente a Cristo para imitarle en el camino de la pureza; brincad de alegría, vírgenes santas; la Virgen ha dado a luz para vosotras para desposaros con Él sin corrupción. Dad muestras de júbilo, justos, porque es el natalicio del Justificador. Haced fiestas vosotros los débiles y enfermos, porque es el nacimiento del Salvador. Alegraos, cautivos; ha nacido vuestro redentor. Alborozaos, siervos, porque ha nacido el Señor. Alegraos, libres, porque es el nacimiento del Libertador. Alégrense los cristianos, porque ha nacido Cristo».

Sí, queridos hermanos, hemos recibido el don de vivir la Navidad asombrados por el Misterio y con el corazón henchido de gozo. Dispongámonos a entrar en la Noche Santa de Navidad.

Que san Francisco de Paula nos enseñe el silencio orante ante el Misterio y nuestros cantos expresen la alegría que nos llena el corazón. Dejemos a un lado todo aquello que impida la fraternidad y ante el Niño recién nacido, renovemos nuestra entrega. Ante el Niño Jesús pongamos también a todas nuestras familias y a cuantos aún no le veneran ni conocen. Que a todos llegue su mensaje de Paz, Amor y Perdón.
Monjas Mínimas de Daimiel