Orar
El Amor de un Dios crucificado
EL AMOR DE UN DIOS CRUCIFICADO
No se trata de mirar nuestro pecado, se trata de mirar Su Rostro y quedar extasiados ante Él. Se trata de estar con Él.
Si Cristo vive en nosotros ¿Qué nos pasa que no lo vemos? ¿Son nuestros pecados?... No, bien lo sabemos. Pasa que el camino hay que andarlo minuto a minuto, siempre vigilantes y atentos, para no dejarnos engañar ni aturdir. Porque si Cristo realmente vive en nosotros, tenemos que transparentar mansedumbre, comprensión, dulzura, amor verdadero para con todos. Y solamente las almas que son de Dios, se entienden entre ellas hablando de Dios. EXTRAORDINARIA ENSEÑANZA: la intimidad con Dios no nos aleja de los hermanos. Cuanto más cerca de Dios, más cerca de los hermanos.
Para alcanzar la perseverancia en la fe, necesitamos mirarnos en Cristo. En esa mirada recibimos la fuerza para vencer las tentaciones, porque Dios siempre nos mira con cariño para que renazcamos, no hay temor en el Amor.

GETSEMANÍ
Sólo la fe, arrodillándose ante el Misterio, nos ayuda a vislumbrar lo que pasa en el Corazón de Jesús.
Getsemaní es contemplar la Pasión interior de Jesús, es ante todo intimidad de Jesús. En esa noche Jesús va allí para orar. En Getsemaní Jesús va a beber el cáliz, Él solo, es lugar de sufrimiento, de silencio, de soledad. En esta noche Jesús se acerca a su sacrificio.
En el Corazón de Cristo, en esta noche de Getsemaní, anidan sentimientos de soledad, tristeza, angustia, muerte… Él quiso asemejarse en todo, en esta noche oscura va a comenzar una nueva vida, porque vamos a ser redimidos por su muerte. El dolor, el sufrimiento humano tiene que ser transformado atravesando este umbral de esfuerzo.
En Getsemaní comienza la historia de un total amor, de una total entrega: la de Jesús, la tuya, la mía y la de todo ser humano. Jesús pasó por esa soledad… ora, aunque no lo sientas, no percibas nada…orar para no caer en la tentación… la oración supera la tentación.
¡En Getsemaní, ALGUIEN te espera hoy!
 
¡Cómo quisiera desaparecer! Estar a solas, saborear Su Presencia; pero tengo que aprender a hacerlo entre mis hermanas, en el quehacer cotidiano… Señor, Tú me enardeces por dentro, sigue haciéndolo desde el diario vivir, cuando una palabra me descoloca, cuando una reacción me descentra… Tú puedes ayudarme, y de hecho, me ayudas y yo quiero secundar tu voz, aunque no siempre lo parezca.
Me estás enseñando la grandeza de la humildad, de la pequeñez, de ese caminar en brazos del Padre, de la Madre. Me estás recordando que para caminar sobre la cuerda floja, para mantener el equilibrio, hace falta humildad de corazón, pobreza de espíritu, mucho amor.


EN LA CRUZ
Gracias, Señor, por estar en la Cruz para que yo comprenda el significado de la misma. Cuando te vemos sufrir en una cruz, entonces vislumbramos que el dolor es un Misterio. ¿Por qué Dios ha querido hacerlo a un precio tan alto? La Cruz nos dice que más allá del dolor hay un Amor. Nuestra historia no se comprende sin la Cruz, nos manifiesta el poder del pecado y nos hace comprender que el Amor es mayor que el pecado. Nos enseña a luchar contra la injusticia, nos enseña a perdonar, a caminar en pos de Él. Si amo al crucificado, tengo que amar a los crucificados.

LA CRUZ DE CRISTO NOS REVELA EL SENTIDO DEL DOLOR
Si Dios ha querido pasar por el dolor y la muerte, ese dolor y esa muerte cobran un nuevo sentido, tiene valor redentor.
Porque Cristo ha muerto en la cruz injustamente, Jesús se convierte en el gran compañero de camino, el que sufre en conformidad, el que comprende nuestro dolor.
El sufrimiento humano nos adentra en el Misterio del Amor.
Tú que quieres hacer de tu vida AMOR, te encontrarás con mucha frecuencia con el dolor. En este misterio, en esta contradicción, podemos vislumbrar que el dolor no es sólo incomprensible, sino que es un Misterio.
Dios está contigo, ahí, sufriendo contigo, esta es la gran certeza de la Iglesia.
No ama más el que más sufre, sino el que ama más. No por sufrir somos mejores, somos mejores si amamos más, si perdonamos más, si comprendemos más, si servimos más…
Si amas a Cristo te tocará llevar la Cruz, si te encuentras con Cristo llevarás tu cruz, pero con dignidad.
Lo único que nos acerca a Dios es el Amor. La cruz es el signo más auténtico de lo que es el Amor.
 
¿POR QUÉ MURIÓ JESÚS?
Él es quien entrega su vida. ¿Por qué se entrega a la muerte? Muere por nuestros pecados, muere para librarnos de la muerte, muere para darnos la vida, muere por Amor.
Nosotros estamos junto a la Cruz de Cristo, estamos allí. Cada uno de nosotros puede rechazar la cruz de Cristo y pueda abrazarla.
¿Por qué tanto amor? ¿Por qué tanto sacrificio?... Me amó y se entregó por mí (Gal 2,20) Jesús dijo: Nadie me quita la vida, la entrego voluntariamente. Cristo se entrega a la muerte con libertad, para redimirnos.

Mínimas reflexiones, Sor Rocío de Jesús,
de los Ejercicios Espirituales con el P. Pindado,C.P.