Orar
Unidos en Cristo
A los que nos toca de lleno, a quienes caminamos unidos en Dios, nos alegra poder asimilar en el corazón el mensaje de la comunión en Cristo Jesús, y nos alegra el compartir un simil, que nos acerca algo sencillo y preciosísimo, que está al alcance de cualquier corazón creyente, así pues, imagínate....

Imaginemos una montaña en cuya cumbre está Cristo. Los cristianos subimos hacia la cima. En la misma proporción en que subimos nos vamos acercando los unos a los otros; o en la medida en que ascendemos nos unimos. Cuanto más cerca estamos de la cumbre más juntos estamos....
Qué maravilla ¿no creéis? Es una imagen perfecta y bella de lo que significa nuestra vida en Cristo, nuestro caminar desde Él, hacia Él y con Él. Por eso me gusta afirmar que cuando más cerca estamos de Cristo, más unión se produce, más sintonía...
Sabemos quién guía la Iglesia y quién guía nuestras vidas y decisiones.
Y continúa la reflexión del sacerdote D. Rafael Pérez Piñero: Vivimos, pues, nuestra pertenencia a Cristo y al mismo tiempo la mutua pertenencia o unidad de los unos para con los otros. Si queremos completar la comparación hay que tener presente que somos impulsados hacia la subida por el Espíritu de Cristo.
Y aquí se puede admirar la sabiduría o la discreción de Dios en todo el proceeso del amor: En realidad Dios no está en medio, sino dentro de nosotros impulsándonos hacia arriba. Ello significa que cuanto más amemos al que tenemos al lado, más subimos. Las notas del AMOR están en 1Cor 13, 4-7. En esta SUBIDA tiene importancia enorme el descubrir el verdadero amor que tiene que haber entre hombre y mujer. Como es obvio, las leyes que nos impulsan a amar son las leyes de Dios, no las de la naturaleza.

Es una idea muy bella sobre todo porque nos recuerda lo que nos dice San Juan en su epístola: nadie puede amar a Dios a quien no ve, si no ama a su hermano a quien ve. Aunque todos lo sabemos, es esencial en nuestra vida: es algo que no podemos dejar de recordar. Algo dijo san Agustín en su Ciudad de Dios, en la ciudad celeste, todos están unidos y en armonía porque todos tienen a Dios como Sumo Bien, o sea, como a lo que más quieren, o más bien al que más quieren.

Es muy importante también que Dios está dentro de nosotros. Como decía S. Agustín que él que buscaba a Dios fuera en tantas cosas, pero Dios estaba dentro de él. Dios nos va acercando hacia sí y nos va haciendo crecer en la medida que nos vamos acercando; Él más bien crece en nosotros cada vez más. Esa es nuestra vida, dejar que Cristo crezca cada vez más en nosotros para que nos enamoremos más de Él.