Daimiel (Ciudad Real)
Presentación
Daimiel
Daimiel se caracteriza por ser personas muy religiosas, confiadas en Dios, abandonadas a “sea lo que Dios quiera”, por la experiencia que tienen sus moradores, sobre todo labradores, de sufrir la pérdida de  sus cosechas total o parcial por alguna helada tardía o granizada inoportuna cuando ya estaba casi a punto el fruto.
Este generoso pueblo ha surtido de numerosas vocaciones al convento de las mínimas. Baste con decir que actualmente viven 20 monjas nacidas en Daimiel, aunque algunas se hallan ayudando en distintos monasterios de la Federación.
Hoy sin embargo, esta ciudad, por distintas influencias sufre también un poco de deterioro su fe. Aunque aún se ven a numerosas personas frecuentar sus iglesias…  en ésta de las Mínimas concurren los más tempraneros a ofrecer su alabanza al Señor en la Eucaristía que comparten con la comunidad a las 8 de la mañana. Y además es muy visitada a lo largo de toda la mañana al estar Expuesto el Santísimo y tiene sus amigos particulares que se van largos ratos a compartir su amistad. Es la ventaja de estar el convento tan céntrico, porque todos pasan, unos para el trabajo, otras para la compra y  hasta los niños juegan a su entorno y también se acercan a hacer alguna visita.
 
La Comunidad
La Comunidad es consciente de este servicio que presta y tras los muros del monasterio se siente muy cerca de todos los hombres y lleva en el corazón los gozos y sufrimientos de todos. Le canta al Señor agradecida, le alaba por todas sus bendiciones y le grita a veces, por aquellos que están desconsolados y cuyas pruebas parece superar sus fuerzas. Esta cercanía es palpable, de manera que son muchas las personas que llaman o escriben pidiendo oraciones.
 
El convento
En el año 1627 se fundó este Monasterio por tres Monjas Mínimas venidas de Antequera (Málaga) por la mucha devoción que esta villa profesaba a San Francisco de Paula. Recibieron como donación dos casas contiguas a la ermita de la Stma. Trinidad y así se constituyó el convento. Más tarde se construyó también la iglesia (1680) por ser la capilla muy pequeña.
Con las reparaciones convenientes es el que se conserva aún hoy, viéndose en algunos lugares ladrillos y piedras, testigos de más de tres siglos de alabanza incesante, de entrega cotidiana, de sacrificio silencioso.
Una vida Mínima sencilla, donde los actos externos se repiten, pero donde lo importante es la vida interior que cada una pone en todo lo que hace, la entrega personal de cada momento, su relación de amor con el Señor y la intensa oración que ha de ofrecer por todos los hombres y en nombre de todos.
Todo en el Monasterio en su forma,  horario y ritmo, favorece enormemente el vivir sólo para el Señor.
Cada mañana participamos en la Eucaristía de donde brota la fuerza para vivir cada instante como nuevo,  para mantener la llama encendida contra todos los vientos, para que el amor no se enmohezca, y siempre sea nuevo… porque la santidad es la suma de todos los momentos en que se responde con fidelidad al amor divino.
 
Y con fidelidad al amor divino… vivió en este convento Sor Consuelo Utrilla Lozano del Inmaculado Corazón de María, que ha sido proclamada Venerable por Juan Pablo II en 1994, declarando así que ha vivido con heroicidad las virtudes y es un modelo actual digno de imitación.
Su cuerpo reposa en una capilla de la iglesia a los pies de la Inmaculada y se ha convertido en lugar de peregrinación para sus numerosos devotos.